La
conducción nocturna implica un riesgo tres veces mayor que la conducción
diurna, por factores como la reducción del campo visual, la fatiga del
conductor y mayor velocidad de la vía por la fluidez del tráfico. Casi la mitad
de accidentes se produce por la noche: aprende a evitarlo.
El
conducir de noche supone que la fatiga aparecerá más rápidamente y con ella, el
sueño. Pueden aparecer como síntomas de fatiga, entre otros: dolores o
cansancio en los hombros, pesadez en la cabeza o picor en el cuero cabelludo, y
en los ojos sensación de lagrimar.
Existen
factores clave que influyen en la capacidad visual nocturna como: edad, la
fatiga, el alcohol, las drogas, enfermedades, limitaciones visuales concretas,
etc.
Descansar
antes de coger el coche es fundamental, pero si no es posible y hemos de
conducir de noche, pueden realizarse algunos ejercicios físicos tendentes a
romper la monotonía del viaje y acelerar la circulación de la sangre.
Por
otra parte, el tráfico nocturno suele ser más fluido. Este hecho, hace que el
conductor tienda a aumentar la velocidad. Con esto, aumenta el peligro y riesgo
de accidente. De hecho, entre las 21 horas y las 5 horas de la madrugada se
producen casi el 50% de los muertos en accidentes de tráfico en nuestro país
según la DGT.
Lo que debes saber
Conducción nocturna: implica un riesgo tres veces mayor
que la conducción diurna.
Factores que influyen: cansancio,
reducción del campo visual y mayor velocidad.
Fundamental para conducir de noche: ver y ser visto por los demás
conductores.
Características de la visión nocturna
-
Nuestros ojos necesitan un tiempo de adaptación entre 5 y 7 segundos a la
oscuridad para conseguir el 95% de la capacidad visual.
-
Existe una limitación de la percepción. Se produce una disminución de la
agudeza visual, se aprecian peor los obstáculos y se perturba el sentido de los
colores.
Cedido por AC Asesores

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